Tienes entre manos un proyecto que te emociona y que va a tener un impacto social increíble, pero, como siempre, es necesario un impulso financiero para sacarlo adelante. Conseguir dinero no es tarea fácil. Como ya hemos comentado, existen diferentes alternativas y puertas a las que llamar. Sin embargo, antes de tocar puertas y antes incluso de elaborar un dossier de presentación es necesario que tu propuesta no haga aguas por ningún sitio.
Para hacer una radiografía rápida, he elaborado “semáforo social”, un cuestionario con 10 preguntas que te invito a responder. Las respuestas son SÍ (luz verde), NO (luz roja) o NO SÉ (luz ámbar). Si alcanzas hasta 8 verdes, tira adelante, pero si alguna de las que queda es roja, resuélvela de inmediato. ¡Vamos allá!
1. ¿Has identificado la misión del proyecto en menos de 50 palabras?
Parece fácil pero no lo es. A veces nos perdemos en las acciones y nos olvidamos de los objetivos. La misión de un proyecto, o de cualquier cosa es el fin último al que queremos llegar. No lo confundas con los objetivos estratégicos a corto y medio plazo.
2. ¿Conoces con claridad y exactitud el perfil y la cantidad de personas que configura el equipo que va a desarrollar el proyecto?
En ocasiones nos quedamos en el equipo técnico, y no nos acordamos del directivo, financiero o colaboradores externos que quizás necesitemos y que debamos monetizar. Piensa en todos los detalles.
3. ¿Puedes cuantificar en el espacio y tiempo el impacto social que va a tener?
Pregunta corta pero contundente y suele ser la más difícil de medir. Antes de pedir dinero es necesario entender cuál va a ser la huella de tu proyecto para ofrecer una idea clara del impacto social a la posible organización que os vaya dar apoyo financiero. ¿Cómo se mide? Pues debes identificar lo que haces, a quién lo haces, escoger un indicador y poner los medios necesarios para cuantificarlo. Por ejemplo, si se trata de organizar un festival, concreta el número de personas que opinas van a asistir al total de los conciertos. Si se trata de una campaña educativa, cantidad de chicos y chicas participantes, o si va de conservación, superficie natural en la que se va a trabajar, número de personas de pueblos colindantes que se van a beneficiar de una u otra medida, etc..
4. ¿Has identificado con claridad al público o públicos a los que va dirigida esta iniciativa?
Tampoco es tan fácil, porque a veces intervienen otros públicos o “stakeholders” aparte de los directamente implicados con los que tienes que interactuar y que influirán en tus resultados.
5. ¿Has desarrollado un calendario de acciones?
Básico. No solamente porque se ve a vista de pájaro la temporalidad del proyecto, sino porque además te sirve a ti para entender cómo organizarte y mostrar los plazos a tu posibles patrocinadores.
6. ¿Tienes un plan de comunicación establecido y sabes para qué te va a servir?
Dar visibilidad al proyecto es el valor añadido más importante ya que será la vía en la que tu patrocinador o mecenas va a poder poner puntos (y bien merecido) a su reputación por apoyarte. Por eso debes demostrar que tienes la estrategia adecuada para que, con los recursos que vas a pedir, tenga el mayor impacto mediático y social. En este tema, ten en cuenta TODOS los canales que tengas a tu alcance, desde notas de prensa, hasta contenidos en redes, envíos por e-mail, eventos etc.
7. ¿Tienes un presupuesto cerrado y claro, y conoces los recursos con los que llevarás a cabo la iniciativa?
Cuando se trata de pedir dinero, todos los conceptos deben estar clarísimos. Sé coherente, no trates de inflar precios ni tampoco te quedes corto.
8. ¿Has diseñado algún sistema para monetizar el proyecto? Dicho de otra manera, ¿el proyecto podría llegar a ser sostenible económicamente?
Pasa a menudo que, mientras dura la inyección de dinero, todo va bien, las cosas se hacen y se obtienen resultados. Sin embargo son muy pocas las ocasiones en las que la inversión puede servir también de detonante para iniciar alguna actividad que permita que ese proyecto pueda avanzar con recursos propios. Y no es algo tan descabellado. Os pongo ejemplos reales: si se monta un taller de restauración de muebles para personas en peligro de exclusión, se puede poner en marcha un canal de venta de dichos muebles; si se trata de conservar un espacio natural para preservar una especie, crear una marca que sirva para comercializar productos ecológicos de proximidad de la zona, o rutas de ecoturismo. ejemplos hay miles y muchos salen bien.
Y eso es todo. Aquí os dejo la imagen guía con las preguntas para que os sirva de orientación. Si el semáforo sale mayoritariamente en rojo o ámbar, es que el proyecto necesita un hervor.
Aunque estoy lanzando mi propio proyecto empresarial, dedico una parte de mi tiempo a asesorar a otras personas o compañías a crear y lanzar proyectos de carácter social. Así que si tienes cualquier pregunta o aclaración, aquí estoy 🙂